La Danza
del Vientre Consciente y sus beneficios en la mujer maltratada.
En sus orígenes la danza oriental estuvo
íntimamente ligada a la religión, una religión cuya esencia era la conexión con
el Principio Femenino del Universo. Se danzaba para pedir a la tierra
fertilidad y para pedir agua al cielo. En aquellos momentos la religión era
algo natural, parte esencial de la vida diaria y totalmente ligada a la tierra.
Estaba relacionada con la tierra y a la vez con las mujeres por su fertilidad.
Se hacían rituales en honor a la deidad femenina ya que, al ser la mujer la que
creaba vida se le atribuían poderes mágicos.
Se realizaban danzas rituales y de fertilidad en honor a la
Diosa, danzas eróticas acompañadas de cantos y ritmos, con el fin de crear estados
alterados de conciencia. Las mujeres, sacerdotisas y participantes en el ritual
entraban en un trance que favorecía el contacto con la divinidad, permitiendo
expresar en el mundo todo un Universo de sentimientos, poder y sensaciones a
través de sus cuerpos. Con la llegada del Cristianismo o el Islam (religiones
monoteístas masculinas), se intenta erradicar la danza femenina por su relación
con la sexualidad. El resultado fue un empequeñecimiento de la imagen que las
mujeres tenían de sí mismas, así una mujer con pleno poder se convierte
en una mujer no aceptada (incomoda, antisocial…) y su forma de expresión a
través del baile se relaciona con lo demoníaco y, por tanto, prohibido.
La danza es una forma de conexión con el lado oscuro de la
psique femenina, donde residen los arquetipos, que les ayuda a liberar las
cualidades escondidas para volver a ser mujeres completas en plena posesión de
su fuerza. Permite, a su vez, recuperar los arquetipos femeninos que se
han dejado relegados por miedo y prohibiciones,
ayudándo a la mujer reencontrase con su esencia a través de la danza.
El arquetipo de Afrodita
Carl Gustav Jung introdujo
el concepto de arquetipos en la psicología. Son pautas de comportamiento
instintivo comprendidas en el inconsciente colectivo, que es la parte del
inconsciente que no es individual sino universal, con contenidos y modos de
comportamiento que son, más o menos, los mismos en todas partes y en todas las
personas.
Jean Shinoda Bolen, analista jungiana, en su libro Las
Diosas de cada mujer establece que las mujeres están influidas por
poderosas fuerzas internas o arquetipos existentes en su inconsciente y que
pueden ser personificadas por las diosas griegas. Estas diosas arquetípicas
influyen en lo que la mujer hace y cómo se siente, y nos sirven para analizar
muchas pautas de comportamiento y rasgos de personalidad al recordarnos fuerzas
y cualidades dentro de nosotras, de las que carecemos y necesitamos desarrollar
o que vemos en otras personas que nos rodean y que no comprendemos. En otras
palabras, son mitos que evocan nuestra realidad interior. Estos patrones o
arquetipos internos marcan las diferencias entre las mujeres,
dependiendo de cuál de las diosas esté activa en ellas.
Existen
muchas diosas dentro de una sola mujer. El conocimiento de estas diosas
proporciona a las mujeres un medio de entenderse a sí mismas, ya que una vez
que la mujer se vuelve consciente de las fuerzas que influyen en ella, obtiene
el poder que ese conocimiento proporciona, al ser estas “diosas” fuerzas
poderosas e invisibles que moldean la conducta e influyen en las emociones.
El mito de Afrodita
En la mitología griega, Afrodita es la diosa del amor, el sexo y la
belleza. Sus poderes son inmensos: protege a los esposos, fecunda los hogares y
está presente en los partos. También simboliza la pasión desencadenada que
destruye las uniones legítimas e incita a los mortales a toda clase de
voluptuosidades y vicios. Sus atribuciones son los secretos de las doncellas,
las sonrisas, los engaños, el placer, el amor y la dulzura. Tenía sus propios
festivales, las Afrodisias, que se
celebraban por toda Grecia, pero particularmente en Atenas y Corinto.
Afrodita era con frecuencia representada con delfines, palomas, cisnes y los árboles de granadas y limas. Los animales favoritos de esta diosa eran las palomas, y estas aves arrastraban su carro. Sus plantas eran la rosa y el mirto.
Su equivalente romana era Venus y sus homólogas eran Ishtar en la mitología mesopotámica, Astarté en la mitología sirio-palestina y Turan en la mitología etrusca.
Afrodita era con frecuencia representada con delfines, palomas, cisnes y los árboles de granadas y limas. Los animales favoritos de esta diosa eran las palomas, y estas aves arrastraban su carro. Sus plantas eran la rosa y el mirto.
Su equivalente romana era Venus y sus homólogas eran Ishtar en la mitología mesopotámica, Astarté en la mitología sirio-palestina y Turan en la mitología etrusca.
Según Jean Bolen Afrodita era una diosa
alquímica, una cualificación adecuada para el proceso mágico y el poder de
transformación que ella, por sí sola, poseía. Era la más bella e irresistible
de todas las diosas, y tuvo muchas aventuras y descendencia. Creaba amor y
belleza, atracción erótica, sensualidad, sexualidad y nueva vida. Entablaba
relaciones por voluntad propia y nunca fue victimizada, siempre mantuvo su
autonomía como diosa virgen y tuvo relaciones como diosa vulnerable. Inspiraba
la poesía y el discurso persuasivo, y
simboliza el poder transformador y creativo del amor. En todas sus relaciones,
los sentimientos de deseo fueron recíprocos, y valoraba más la experiencia
emocional con los demás que su independencia de ellos o los vínculos
permanentes.
El
arquetipo de Afrodita rige el disfrute del amor, la belleza, la sensualidad y
la sexualidad en las mujeres. Este arquetipo impulsa a las mujeres a realizar
la función creativa y procreativa. Las relaciones son importantes pero no como
compromisos a largo plazo con otras personas, ya que busca consumar relaciones y generar nueva vida. Este arquetipo
puede expresarse a través de la relación física o de un proceso creativo. Lo
que valora es puramente subjetivo y no puede medirse en términos de éxito o de
reconocimiento.
El
arquetipo de Afrodita motiva a las mujeres a perseguir intensamente las
relaciones más que la permanencia, a valorar el proceso creativo y a estar
abiertas a cambiar. Cualquier cosa o persona que sea impregnada por la belleza
de Afrodita es irresistible. Se produce una atracción magnética, una “química”
entre dos personas que desean la unión por encima de todo. Sienten el impulso
de acercarse y de conocer al otro. Aunque este ímpetu puede ser meramente
sexual, el empuje suelen ser más profundo y representa un impulso psicológico y
espiritual. El deseo de conocer y de ser conocido es lo que produce Afrodita.
La
conciencia de Afrodita está presente en todo trabajo creativo, incluyendo el
que se hace en soledad. En este caso el diálogo de relación se encuentra entre
la persona y el trabajo, del cual emerge algo nuevo. Se trata de una
interacción entre el artista y el vacío, a partir de lo cual se crea algo que
previamente no existía. Para Jean Shinoda
Bolen, tanto en la buena comunicación como en el proceso creativo existe
una interacción, y el descubrimiento o nacimiento de algo nuevo es un elemento
clave en la creatividad y en la comunicación.
Las cualidades del Arquetipo de Afrodita
Entre
las cualidades de Afrodita está la
capacidad de ser portadora de visión. Para que un sueño se
haga realidad, primero hay que tenerlo, creer en él y luego realizarlo.
Hombres
y mujeres necesitamos imaginar que nuestro sueño es posible, y tener a una
persona que nos considere tanto a nosotros como al sueño con la conciencia de
Afrodita potenciadora del crecimiento.
Esta
cualidad de portadora de visión hace que otras personas puedan florecer y
desarrollar sus dones, lo que el psicólogo Robert
Rosethal llamó el efecto Pigmalión, que
describe el poder de dar esperanzas positivas a la conducta de los demás y que
sería la capacidad de estimular y presentar desafíos para sacar el mejor
potencial de otro ser humano. Jean Bolen
asocia este efecto pigmalión de
Afrodita con su capacidad de alquimia, proceso físico por el cual se mezclan
sustancias para transformar metales inferiores en oro. Según ella, las personas
experimentamos la alquimia de Afrodita cuando nos sentimos atraídos por otra
persona, cuando creamos y transformamos algo en otra cosa, y cuando apreciamos
y somos capaces de embellecer y dar valor a aquello sobre lo que ponemos
nuestra atención, porque está impregnada de nuestro amor
Otra de
las cualidades de Afrodita es la creatividad.
Afrodita
constituye una tremenda fuerza para el cambio. A través de ella fluye la
atracción, la unión, la fertilización, la incubación y el nacimiento de una
nueva vida o una nueva creación, ya sea en el plano físico entre un hombre y
una mujer o en cualquier otro proceso creativo. Para muchas personas, la
creatividad también es un proceso “sensual”, es una experiencia sensorial en el
momento en que abarca el tacto, el sonido, las imágenes, el movimiento, y a
veces incluso el olfato y el gusto. Un artista sumergido en un proceso
creativo, al igual que un amante, muchas veces descubre que sus sentidos son
potenciados. Mientras trabaja en una imagen visual, una frase verbal o un
movimiento de danza pueden interactuar múltiples impresiones para crear el
resultado final. Afrodita, como fuerza creativa, puede implicar a una mujer en
un intenso esfuerzo creativo tras otro. Cuando finaliza un proyecto surge otra
posibilidad que le fascina.
El cultivo de Afrodita
Afrodita
es el arquetipo más involucrado en la experiencia sensual o sensorial, por ello
cualquier experiencia centrada en el aquí y ahora y de agudeza de
percepción requiere de su presencia.
La
cultura apoya una serie de diosas a través de una serie de papeles que permite
hacer a las mujeres, y que desembocan en los estereotipos con imágenes
positivas o negativas. En las sociedades patriarcales, los únicos roles
aceptables suelen ser los de la doncella, la esposa y la madre. A Afrodita se
la condena como la “puta” o la tentadora, que constituyen una desvalorización
de la sensualidad y de la sexualidad de este arquetipo, y, en consecuencia, de
la mujer.
Las
actitudes críticas y de culpabilidad erigen obstáculos al disfrute de hacer el
amor o de hacer arte. Tales obstáculos surgen cuando las personas tienen una
prohibición contra el placer, el juego y otras actividades “no productivas”, lo
mismo que contra el sexo. Muchas personas juzgan la búsqueda del amor y de la
belleza como algo frívolo o pecaminoso.
Según Jean Bolen, “cuando las mujeres ven el
valor de Afrodita e intentan desarrollar este aspecto en ellas mismas, dan un
paso mental fundamental para activar este arquetipo. Después necesitan darse
tiempo y la oportunidad para que se desarrolle Afrodita; quizás a aprendan a
dar y recibir masajes, o tomen clases de danza del vientre para estar a gusto
con su cuerpo y disfrutar del mismo, requisito previo para gozar haciendo el
amor”.
El cultivo
de Afrodita a través de la Danza del Vientre Consciente
- Despierta la
sensualidad en la mujer a través de sus movimientos ondulantes y
sinuosos, del tacto de los velos y los pañuelos de monedas, del sonido de la
música oriental y de los aromas de las
esencias de rosa y de jazmín.
- Centra la atención en la experiencia sensorial, en el aquí
y ahora.
- Aporta agudeza de percepción
.- Conecta a la mujer con el juego y con el placer.
- Enseña a la mujer a prestar atención a su cuerpo, a
conocerlo y a mimarse mediante la respiración, la relajación y el
automasaje.
- La mujer aprende a estar a gusto con su cuerpo y
disfrutar del mismo.
- Conecta a la mujer
con su creatividad al expresar
sus emociones a través de su cuerpo y crear su propia danza.
- A nivel emocional aporta vitalidad y bienestar
gracias a la liberación de endorfinas durante el ejercicio físico.
- La mujer se hace conecta con su belleza interior y se
vuelve más consciente de su feminidad.
Los Beneficios Físicos Danza del Vientre
Consciente
Los movimientos de la danza del vientre son muy orgánicos
para el cuerpo de la mujer. No van nunca contra el cuerpo, sino siempre a favor
de éste. Se practican desde la ausencia de tensión interna en un estado de
relajación física y emocional. Al practicar esta danza la mujer conecta con un
código interno que ya conoce, sólo tiene que recordarlo. Es un código inscrito
en nuestro cuerpo, compuesto de unos movimientos muy agradables de hacer, muy
femeninos y muy naturales.
Al empezar el aprendizaje de esta danza hemos de partir de
la observación de nuestro cuerpo, tanto desde un punto de vista interno como
externo. Hemos de acercarnos a él sin prejuicios ni ideas preconcebidas.
La relajación de
la musculatura contribuye enormemente a disolver nudos musculares, contracturas
y tensiones, aliviando los dolores y las limitaciones en el movimiento. Automáticamente
la persona se siente mejor, ya que descubre las verdaderas posibilidades de su
cuerpo. Deja de sentirse limitado y empieza a experimentar con el movimiento.
El calentamiento del cuerpo pasa por la movilización de las
principales articulaciones del cuerpo, como los hombros, las muñecas, las
caderas, las rodillas, los tobillos y el cuello. De esta forma, el cuerpo va
recuperando poco a poco su flexibilidad y su movimiento natural, la rigidez se
va soltando y la persona comienza a sentirse más flexible y más ágil, menos
limitada.
La danza del vientre se basa, principalmente, en movimientos
de cadera, manos, dedos, muñecas, torso y hombros que, por lo general, son las
articulaciones más afectadas por las enfermedades óseas actuales, y que se
derivan de la rigidez y del bloqueo energético causado por las distintas
disfunciones psíquicas y emocionales o por las malas posturas adquiridas en las
profesiones de hoy en día.
La danza es una
“correctora nata” de la alineación de nuestra espalda. Para bailar la danza del
vientre es imprescindible “encajar” la cadera, es decir, traer el centro de
rotación de la pelvis a su sitio.
Nuestra columna es nuestro soporte físico en la vida; es la
que nos lleva y la que nos sostiene, la que nos aporta la estructura física
necesaria para vivir y para movernos, para manifestarnos en el plano físico. Para
funcionar tiene que estar bien cuidada y todos sus componentes tienen que estar
bien encajados. Es todo un engranaje de piezas y elementos que empieza desde
abajo, desde el coccis, situado en la pelvis.
Los ejercicios de estiramientos están dirigidos a lograr una
correcta alineación de la espalda, trabajan la verticalidad del cuerpo y
refuerzan la musculatura adyacente a la columna, dotándola de fuerza y
sujeción.
La Autoestima.
Se trabaja el posicionamiento,
es decir, los pies firmemente plantados en el suelo abiertos al ancho de las
caderas, que nos posiciona en el mundo y determina lo que podemos o no podemos hacer (nuestro
cerebro reptil). Al posicionarnos en nuestro cuerpo sentamos las bases de
la confianza, ya que sentir que puedo es la confianza en uno mismo y nos da
autoestima.
La toma de Conciencia Corporal
Gracias a la técnica de la disociación, que permite disociar cada una de
las partes del cuerpo del resto, la persona va tomando conciencia poco a poco de que tiene “hombros”, “pecho”,
“cadera” etc. a la vez que va soltando
la musculatura y liberando tensiones. Empieza a
relajarse y a sentirse bien.
La disociación permite conectar con el cuerpo al
disociar cada parte del cuerpo del resto, de una forma lenta y progresiva.
Relajación y tonificación
muscular: Firmeza y Flexibilidad
La relajación de la musculatura contribuye enormemente a
disolver nudos musculares, contracturas y tensiones, aliviando los dolores y
las limitaciones en el movimiento.
Automáticamente la persona se siente mejor, ya que descubre las
verdaderas posibilidades de su cuerpo. Deja de sentirse limitado y empieza a
experimentar con el movimiento.
El calentamiento del cuerpo pasa por la movilización de las
principales articulaciones del cuerpo, como los hombros, las muñecas, las
caderas, las rodillas y los tobillos. De esta forma, el cuerpo va recuperando
poco a poco su flexibilidad y su movimiento natural. La rigidez se va soltando
y la persona comienza a sentirse más flexible y más ágil, menos limitada.
La Conexión a Tierra
a través de la Danza del Vientre Consciente
Los movimientos de rodillas, pélvicos y de la cadera conectan
a la mujer con la tierra, proporcionándola la sensación de estar enraizada.
En el paganismo, el elemento tierra en el ser humano es el cuerpo
y sus sensaciones, y se desarrolla teniendo los sentidos conscientes (oler,
sentir, ver…). Representa la capacidad de experimentar el placer en el cuerpo
físico.
La Energía Telúrica o Sexual
La energía telúrica o sexual es nuestra energía vital, la
que nos hace estar vivos. Entra por nuestros pies, regidos por el primer centro
energético o chacra, cuyo color es el rojo.
Se desarrolla a través del movimiento y de la respiración y
está presente en los sentidos: ver, oler, tocar y sentir. Es muy importante que
haya algún tipo de movimiento en la persona, ya que de lo contrario la persona
se acaba “embotando”, atontada y sin sentir. El movimiento nos trae al
presente, al “aquí y ahora”, ya que nos saca de la mente y de los pensamientos.
Nos trae al sentir, a las sensaciones y nos conecta con nosotros mismos.
La energía sexual no encarnada es apresada por la mente, lo
que nos aparta automáticamente de la realidad e impide “poner pies” a nuestros proyectos vitales.
- La Importancia de la Respiración
La tierra necesita el aire para equilibrarse, o lo que es
igual, el cuerpo necesita la respiración para relajarse, para soltarse.
La danza del vientre trabaja desde la relajación, nunca
desde el esfuerzo, que genera tensión muscular. Todos sus movimientos requieren
una toma de conciencia de la respiración y de un patrón de respiración que
lleva a la persona a relajarse, para, desde ese estado interno, conectar con su
cuerpo y con lo que siente. Sus movimientos son generados desde un estado de
relajación muscular que permite que la energía pueda circular libremente por el
cuerpo al estar éste relajado y sin tensiones, lo que aporta una sensación de
ligereza.
- Los Beneficios emocionales de la danza del vientre consciente
7.1.
Danza y las Emociones
El cerebro tiene dos hemisferios, el izquierdo y el derecho.
En el hemisferio derecho residen la intuición, los ritmos internos, el
color, el inconsciente y la imaginación. En este hemisferio están, también, las
EMOCIONES.
Mientras nos movemos no pensamos, luego el hemisferio
izquierdo, el pensante no está activo. El movimiento nos conecta con el otro
hemisferio, con el derecho, que es nuestra mente emocional. Al movernos se
activa este hemisferio y empezamos a sentir emociones o estados de ánimo.
También se despiertan sensaciones al liberarse unas hormonas, las endorfinas, que producen sentimientos de
bienestar, y que potencian nuestro estado
de ánimo positivo (optimismo). Empezamos a sentirnos bien, con ganas de divertirnos, de jugar y de compartir. Todo
lo que sentimos comienza a expresarse con el cuerpo a través del movimiento,
produciéndose una liberación de emociones y un desbloqueo de la energía
atascada a consecuencia de no haber podido expresar nuestras emociones. El
movimiento permite desbloquear estas acumulaciones de energía, y liberar las
emociones asociadas que se han quedado atascadas a nivel celular en
determinadas zonas del cuerpo, produciéndose una sanación tanto física como
emocional. El movimiento sana la mente y
el espíritu es un dicho muy común que tiene su fundamento.
La expresión de nuestras emociones pasa necesariamente por
el cuerpo. Al posicionarnos en él, las emociones encuentran un cauce para
manifestarse. El cuerpo es materia, y ésta nos aporta solidez y seguridad. Es
el elemento Tierra de la Creación, es la Energía Femenina. El cuerpo es un vehículo de expresión emocional. Se
expresa con arte mediante el movimiento. Al conectar con tu
cuerpo comienzas a sentir cosas; son sensaciones que te conectan con el aquí y
ahora, con el presente. A través del cuerpo te comunicas contigo misma; es como
si se tirara un puente entre lo que haces y lo que sientes.
El cuerpo siempre se ha considerado como la expresión física
del vínculo existente entre el mundo interior y exterior: Está diseñado para el
movimiento y éste es tan natural e importante para la vida como el respirar. El
movimiento equilibra, sana, despierta e infunde una energía psíquica que se
transforma en fuerza y conocimiento.
Se sabe que desde hace años la danza existe como terapia; es
más, desde el principio de la vida del ser humano la danza ha sido una terapia,
por no decir una forma de expresar, comunicar, de crear y de vivir. Al bailar,
la mente reacciona a un nivel más profundo e instintivo. Permite que los
pensamientos de todos los días se pierdan en el ritmo de la música. Cuando la
danza toma el mando, todas las restricciones y las inhibiciones de la mente
consciente desaparecen. La danza es el arte del cuerpo, la expresión del ser
interior a través de la conciencia del propio cuerpo y del espacio que éste
ocupa.
Los beneficios Psíquicos y Emocionales de la danza del
vientre son múltiples.
A nivel psicológico se ha comprobado que la práctica de esta
danza ayuda a mejorar la Autoestima de la mujer, o a restablecerla más
rápidamente cuando se ha perdido.
La Confrontación con el espejo
La primera dificultad a la que se enfrenta la persona cuando
empieza a tomar clases de danza del vientre es la Aceptación de su cuerpo. Para
practicar esta danza es necesaria la exposición de toda la zona del torso y de
las caderas para poder verlas y reconocerlas. Posteriormente la persona también
aprenderá a tomar contacto con ellas y a sentirlas.
Poco a poco, la mujer aprende a reconocer su cuerpo, a
aceptarlo y a quererlo. Al trabajar el cuerpo junto a otras mujeres, descubre
que la energía femenina está en todas, que nadie es mejor que nadie y que somos
todos iguales. No hay lugar para los complejos. La Autoaceptación se
refleja inmediatamente en la aceptación del otro, creándose un clima de
camaradería y de complicidad que favorece la aceptación de lo que una es,
eliminándose, poco a poco, la comparación y la competitividad tan
características de los ambientes más “masculinos”. Aprende también a “amar sus
curvas”, lo que sana el elemento Tierra. A través del baile y del juego la
mujer la mujer va conectando con su verdadera esencia femenina, va perdiendo el
miedo a sentirse, y sobre todo, a mostrarse “vulnerable” porque siente. Va
conectando con su energía más primaria, la energía sexual o vital que la lleva
a sentir una serie de sensaciones físicas o corporales; poco a poco se va
permitiendo sentir estas sensaciones, y se va relajando en ellas, compartiendo
y compartiéndose a sí misma con otras mujeres. Descubre que no hay nada que
temer, que no hay nada “malo” en sentir lo que siente, en mostrarse sensual
ante sí misma y ante otras mujeres. Es otra forma de comunicación: es la
comunicación del cuerpo, de la materia, de las sensaciones. Es como volver
a la infancia: te retrotraes a la edad infantil, cuando jugábamos con otras
niñas y nos mostrábamos sin pudor y si vergüenza, y nos expresábamos de forma
espontánea y en libertad. Se recupera, así, la inocencia y la frescura de
la niña que se expresa libremente ante los demás y explora quién es y lo que
siente, para, a partir de ahí, descubrir sus propios límites.
Refuerzo de la Autoestima
La toma de conciencia corporal te conecta inmediatamente con
la Autoestima, ya que te lleva al cuerpo, al aquí y al ahora. Te sitúa
en el presente, en la Tierra. Te serena automáticamente, al no estar presa de
la corriente de pensamientos o del torrente emocional. Te devuelve al cuerpo
calmando nuestros estados de ánimo generados por un desbordamiento mental o
emocional.
Hay que ir al cuerpo, que es la base, el fundamento.
A través del cuerpo se conecta con el hemisferio derecho del
cerebro, el sensitivo, que a su vez libera hormonas como la endorfina,
también conocida como la hormona de la FELICIDAD: la persona siente
inmediatamente una sensación de
relajación y de bienestar: Se siente más receptiva, más abierta a los
demás, con ganas de disfrutar y de compartir. Se crean así unos lazos
emocionales antes inexistentes, que aportan una sensación de pertenencia, de
formar parte de algo, generándose un sentimiento
colectivo de unidad.
A través de la conciencia de nuestra columna vertebral
conectamos con una sensación interna de
presencia, de “estar”, de “ser”, transformándose la relación con la otra
persona. Se entabla, así, una relación más equitativa o igualitaria, de tú a tú y no desde los complejos de inferioridad o
de superioridad.
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